El cambio necesario frente al envejecimiento

Los qué creemos en el cambio personal, influyendo en el metro cuadrado de cada persona, es decir, colaboradores, familia, amigos, vecinos, etc.; estamos convencidos de qué el único camino para transformar la realidad es generando nuevos valores, principios y buenas prácticas en una determinada comunidad humana, para qué gradualmente, a través de acciones pequeñas pero consistentes, siendo liderados con el ejemplo de cada participante de la comunidad, esa nueva “cultura” se haga realidad y las personas se apropien de ella.

Esto se sustenta en modelos conductuales clásicos como el de Kotter, pero también recientemente con lo demostrado por el Nobel de Economía, Richard Thaler y su teoría del “Empujoncito” o “Nudging”, qué demuestra qué los seres humanos podemos cambiar, pero tomando en cuenta las emociones, más allá de las razones qué existan y son importantes para justificar lo qué debamos hacer para alcanzar el cambio propuesto. Lo descrito anteriormente sirve para enfrentar este nuevo desafío qué tenemos como sociedad que es el envejecimiento poblacional, fenómeno qué comenzó hace décadas en forma silenciosa y más visible en primer mundo, pero se ha acelerado de forma poco creíble en nuestra América Latina en estos últimos años, particularmente en países como Uruguay, Chile y Costa Rica.

El caso colombiano muestra la misma tendencia, particularmente en ciudades y zonas más urbanas y de mayor desarrollo, lo cual hace sentido a medida que la mujer se incorpora al mercado laboral, profesional y de formación permanente, sumado a nuevas pautas culturales y de estilos de vida, lo cual es muy positivo en el plano de la igualdad de oportunidades y a la vez plantea una serie de incógnitas en cuanto al futuro crecimiento vegetativo del país.

Debemos hacer visible esta realidad, que en principio debe ser una buena noticia, (vivir más años y con mejor calidad de vida), pero por otro lado nos reta a comprender esta transformación demográfica, combatir la discriminación por edad, detectar las oportunidades para nuevos negocios, desarrollar el talento senior con proyectos innovadores y apasionantes, en otras palabras, agregar contenido a los años, aprovechando esa experiencia acumulada como una fortaleza y no como una debilidad. En resumen, estamos frente a un punto de inflexión en nuestra existencia, cada uno de nosotros es clave para lograr el cambio personal qué en algún momento nos lleve al cambio colectivo, pero tenemos la seguridad qué es posible alcanzarlo, sin dejar de lado los aspectos emocionales, las habilidades humanas y claramente con un liderazgo empático en lo público, privado y social, qué muestre el camino con el ejemplo, consistencia y coherencia necesaria.

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