Argentina dentro del marco de una crisis mundial

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Por Eduardo Dalmasso.*

Marzo 30 del 2020

Estamos inmersos en los efectos de un impactante cisne negro. Nos aparece en medio de una transformación tecnológica y científica que viene poniendo en jaque las economías de mayor desarrollo y por cierto la de los países emergentes.

Dentro de ese cuadro, la Administración del Presidente Trump ha planteado, y de hecho ha ejecutado, políticas que tienden a revertir el modelo económico basado en el despliegue de sus poderosas empresas diseminadas por el mundo y en especial en China, con sus serias repercusiones en el empleo de los EEUU. Producto de esas políticas surge el nuevo acuerdo bilateral que rige el comercio entre ambos países. Acuerdo que pone de manifiesto el poder del Imperio Occidental, ya que China accede a importantes exigencias de su, ahora, adversario.

Sin embargo, China es un gigante muy difícil de desestabilizar por su dimensión y ensamblaje fundamental para el funcionamiento de la economía capitalista global. Lo está demostrando con su presencia en la ayuda sanitaria de los países (desarrollados y no desarrollados) más afectados frente a la inesperada pandemia de nuestros días. Incluso el empresario Chino más poderoso en alta tecnología hizo aportes a los países africanos que le valieron reconocimientos en los medios africanos de comunicación más importantes. Su desarrollo en Ciencia y Tecnología ha adquirido un gran nivel de autonomía. No así su necesidad de la demanda del mercado norteamericano.

En plena crisis, el otrora omnipresente imperio occidental se retrae sobre sí mismo y aparece como confuso para solucionar los efectos de la pandemia en su propio país. Esto podría ser una señal de que existe una situación de vacío y de contradicciones muy fuertes dentro del espectro político norteamericano y que esto afecta la presencia del Imperio. En esto no solo influye la difícil personalidad de su presidente, sino las consecuencias de sus políticas económicas y sociales, sujetas por cierto a múltiples contradicciones. (Origen y desarrollo de las crisis económicas. Alfil 2019)

En ese orden, vuelven a aparecer, ante la pandemia, los problemas de coordinación y definición de políticas comunes dentro del Espacio de la Unión Europea y las dificultades del conjunto para acomodarse a los intereses de países como Holanda y Alemania. Situaciones que revelan las debilidades de la estrategia de avanzar sobre el oriente Europeo, tan cara a los intereses alemanes, pero que, ante situaciones de crisis, aparecen realidades que muestran diferencias y concepciones divergentes, en la que surgen tanto brotes nacionalistas como posiciones que ponen en jaque al tercer monstruo económico del siglo XXl. Quizás esta nueva sacudida lleve a reflexionar sobre el modelo expansivo, aunque todas las declaraciones hablan de la firmeza del acuerdo Franco Alemán en relación al proyecto de la Gran Europa.

La realidad es que la depresión económica estaba azotando a todo el sistema internacional. La misma se venía paliando a través de incentivos monetarios y de endeudamiento creciente. Es más, este creciente endeudamiento han superado al preexistente al del 2008 pero con efectos muy débiles en la expansión de la producción. EEUU exhibe sí, series estadísticas de recuperación del empleo, que reputados analistas consideran de características precarias. Su política de endeudamiento si bien sostiene el nivel de actividad va creando instancias de debilidad del modelo económico del Imperio. Seguramente estará obligado a tomar medidas drásticas para preservar su hegemonía excepto que las fuerzas aislacionistas predominen en desmedro de su influencia en el mundo. La fortaleza de EEUU en términos relativos se sostendrá, en mi estimación, en la medida que su moneda sea la moneda de reserva y de cambio mundial.

No sólo esta crisis estructural apareció en el firmamento, la guerra del petróleo entre Arabia Saudita y Rusia es otra manifestación de los antagonismos que van surgiendo por la sucesión de cambios en la estructura productiva mundial. Esto se agudiza por el sistema de extracción (fracking) desarrollado en EEUU, que al cubrir gran parte de la demanda interna pone en jaque el mercado del petróleo. Producto de esa guerra es la caída del precio en términos drásticos, así como su efecto dominó. Podríamos agregar la situación de fronteras calientes en el cercano y medio oriente con miles de emigrados, al igual que en Africa.

Dentro de esa breve síntesis de situación que he esbozado, aparece y se desarrolla la Pandemia del Corona Virus, la primera gran epidemia de la globalización. La que por sus características rompe con el ensamblaje de la economía mundial, con graves consecuencias en algunos de los países desarrollado y mucho mayor impacto en los emergentes. Tomemos a título de ejemplo el derrumbe de la industria del turismo.

Problemas en Sudáfrica, problemas en Turquía, problemas en México y numerosos países más. Esto significa pobreza creciente y dificultades para sostener la paz social. También es posible que haya un cambio en las pautas de consumo y tensiones en la vida democrática. En situaciones extremas todo se pone en cuestión. Pensemos que hay países que dependen significativamente del turismo y que, aunque este se rehaga, su derrumbe y efecto dominó será lo más probable. También otros estados que dependen de los mercados de los países centrales para sostener su producción de bienes primarios e incluso de bienes manufacturados, con el consiguiente efecto de deterioro si estos disminuyen abruptamente el nivel de demanda. Sin duda estas situaciones emergentes obligarán a repensar la generación de políticas de Estado para poder rearmar y defender el empleo. Por eso hablo de tensiones crecientes. Lo peor es que el nivel de complejidad nos lleva a pensar, junto con el autor del Cisne Negro (Nassim Taleb ), que la posibilidad de la aparición de estas es muy alta.

Filósofos como Zizek, Byung Chul Han y otros debaten desde distintas perspectivas sobre las consecuencias transformadoras en la vida política de los pueblos de esta pandemia, pero en mi opinión, la pregunta clave se refiere a como se reordena el aparato productivo mundial; lo demás remite a especulaciones necesarias pero que no dejan de ser abstracciones, salvo en lo que respecta al precio que pagan o pagarán los sectores populares ante esta doble fuente de crisis.

Qué sería lo fundamental en países emergentes como Argentina? Rescatar la inteligencia económica, política y social para evaluar las estrategias posibles y defender a la población. Pareciera en primera instancia que los Estados Nacionales van a acrecentar su valor, pero atención: la evolución tecnológica y la integración económica están configuradas para ser globales, el cierre puede llevarnos por caminos insospechados. Si de algo nos sirviera esta experiencia, que ha unido a los argentinos en la lucha contra la pandemia, es que es posible que se entienda la necesidad de formular un plan de contingencias y de desarrollo con el consenso de las principales fuerzas políticas. Eso significaría la posibilidad que este Gobierno se transforme en el vehículo del cambio cultural para definir lo que podemos considerar común a los intereses del conjunto de la sociedad. No es fácil, toda nuestra cultura se ha configurado en la negación del adversario. Pero atención, nuestra crisis no va a ser de las más ligeras, por el contrario, esta pandemia por ahora oculta el grado de deterioro de la estructura económica argentina que se hace insostenible. No habrá magia!!

En mi apreciación, en los últimos 75 años nos cabe esta definición de estupidez planteada por Albert Einstein, “seguir haciendo las mismas cosas y esperar un resultado distinto”

Mientras tanto, al igual que en la Edad Media, estamos encerrados; nos llegan todo tipo de teorías, tenemos miedo, en el mejor de los caso aprehensión, elucubramos como vamos a cambiar de vida y pensamos en cuanto nos va a afectar la pandemia. Eso sí, es que estamos en condiciones de pensar cómo amplios sectores de las sociedades emergentes, harán para paliar el hambre? Por eso la necesidad de concebir, lo más rápidamente posible, políticas públicas que no derrapen a inflaciones ni aún a la hiper, para afrontar una situación impensable y, por cierto, de plena crisis económica. Por lo pronto, los templos están cerrados. Las oraciones se gestan en los domicilios particulares y por las redes sociales. Es hora de pensar la política con grandeza.

*Dr. En Ciencia Política (UNC-CEA) Ensayista y Educador. Su último libro, 1918 Raíces y valores del movimiento reformista. Editor del Blog: Ideas Políticas y otros enfoques.

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